Pintar


La pintura es dinámica inmóvil que mueve reservorios de conciencia vinculados entre sí. Elementos misteriosos.  Una imagen abre un sinfín de caminos. Se importa un signo desde una región oscura hasta un plano de verdad, que en el mismo momento de ser revelado se congela reduciendo las posibilidades de sentido. Paradojalmente al instalarse en una comarca descifrable compele en su darse a conocer hacia otro espacio que se vuelve enigmático e indescifrable. Cada intento de recomponerlo será un ajuste a lo deseado inicialmente, pero necesario para una indagación efectiva. 

Se abre un portal hacia regiones de análisis, ejercicios de identificación, de procedimientos e intentos de control para evitar ser absorbidos por el vórtice que como resultado del juego poético amenaza la cordura. Es necesario pensar una vez surgido el signo(o tema). Ahora la responsabilidad del artista. Lo que ha sido alquimia inesperada deberá confrontarse con el ejercicio de la lucidez propia, así como con cierta ludicidad inherente al arte. 

El inicio del proceso creador a sido inverso -no premeditado-, de lo que se desprende que, en primera instancia, todo surgió de una aparente situación azarosa, un juego no imaginado y sujeto a la actividad artística. 

En segunda instancia deberíamos someter a una exigencia de mayor compromiso (responsabilidad), a  aquello que se presentó como acto de creación o
invención, y que no conocíamos en plenitud. Ello no debería quedar sujeto al estatuto de lo inconsciente, y para que esto no ocurra el artista deberá entrar en
un juego consciente, racional, con un método singular capaz de permitirle aprovechar al máximo lo que ha sido generado por lo que llamamos acto poético. Conceptualización. 

Jorge Garnica, 2005.