Lo social y lo cotidiano

                                                     Por Jorge Garnica

                         

Fue Alejo Carpentier –intérprete fundacional de lo Real Maravilloso(1)-, quién  señaló el asombro de André Bretón al llegar a México; se encontró con lo que a artistas e intelectuales europeos les llevó años de entelequia abordar en el campo del arte. En el continente americano los juegos de lenguajes son cosa corriente, vital. La realidad cosmogónica de nuestros ancestros y la vida presente con sus avatares políticos, nos sumen en experiencias existenciales, donde la identidad es puesta a prueba en cada paso que damos. Por estas latitudes nada es estable y lo que hoy es reconocible, mañana se transformará sin aviso: mágicamente.

En nuestra cotidianeidad basta con observar a la vera del camino, en un viaje cualquiera, para verificar cómo los juegos creativos de la mente y lo arcano se presentizan en ritos. El imaginario popular inventa y legitima nuevas realidades, sin más autorización que la de su espiritualidad. Esta focalización de lo real, es la manera que tiene la gente para resolver sus fantasmas, de ponerle nombre al dolor y a la injusticia. En estas operaciones se transluce el deseo de los pueblos de comprender lo que los circunda. La realidad dotada de mágicos desenlaces deberá ser conjurada para ser favorecido en sus necesidades primordiales. Los ex votos en las rutas o en los rincones de los hogares, son un claro ejemplo de estos registros míticos. Alteridad llevada al arte en buena medida, aún distante de regionalismos. La literatura de Julio Cortázar o Alberto Laiseca dan cuenta de ello, así como el cine de Leonardo Favio y Pino Solanas.

Hay en América una Cultura de lo Surreal que surge de los cruces con la cultura colonialista padecida, de las vanguardias y del aporte de los esclavos traídos de Africa. Así, al ver la pintura de Wifredo Lam, nos encontraremos con la exuberancia de la selva que añoraba el artista, en diagramas expresivos propios de los fundamentos cubistas; enmarcados en la sobriedad del claroscuro, que se tensa con la coloratura de la artesanía popular. En Roberto Matta nos encontramos con los juegos intelectualizados del artista virtuoso, culto, que no puede torcer su mirada tecnificada y que sin embargo halla en el diseño racional, su válvula de escape. El resultado es un cosmos, surcado por íconos precolombinos, sometidos a dinámicas futuristas.

En EEUU, Jackson Pollock toma –en estados alucinatorios- el método del dripping, a la manera de un chaman. Un sistema de trabajo que le ofrecerá cura transitoria y éxito; convocando y conjurando monstruos propios y ajenos. Fue el nexo que la cultura norteamericana necesitaba, para establecer el enlace hacia el Pop Art y celebrar el consumo desde una metafísica capitalista.

En nuestro país, es Xul Solar la figura definitiva para las bases de una cultura de anclaje surreal. Su experiencia de viajero –real y psíquico- está presente a lo largo de toda su vida creadora. Sus acuarelas, retablos, objetos y máscaras, han marcado su inventiva, trazando coordenadas donde la razón se abisma para mostrarnos lo que su mirada de demiurgo presagiaba. Todo aquel que se aventure a interpretar su neocreol (lengua inventada para una mejor comunicación entre los habitantes de América), se encontrará con la dificultad de aceptarse a sí mismo, exigido hasta su fibra más primitiva para atisbar la raíz gutural que lo habita. Allí la fonética se extravía en la región del sin sentido, dejándonos huérfanos de las voces primordiales, entregados a nuestros más originales sentimientos.

El Surrealismo en Argentina tuvo, además como exponentes, a un temprano Antonio Berni -más tarde volcado al arte social-;  a Raquel Forner, comprometida profundamente con el pensamiento de su tiempo, llevando a la pintura la  metafísica femenina. A Juan Batlle Planas, quien creó mundos imaginarios y los plasmó en superficies íntimas y monumentales. Más comprometidos con el respeto por el oficio de pintor, encontramos a Noe Nojechowiz y Zdravko Ducmelic, ambos en una vertiente metafísica donde lo onírico está dado por lo fáctico antes que lo teórico.

En el siglo XXI, el arte  goza de todo tipo de licencias y aplicaciones; se lo somete a las más variadas interpretaciones: psicoanálisis, política, ciencia… Se vive con más conciencia en el vértigo de la vida tecnologizada; lo que ayer nos parecía un dislate creativo eurocéntrico: ”… bello como el encuentro fortuito, sobre una mesas de disección, de una máquina de coser y un paraguas (Maldoror).”; huele vintage. 

 

 

1 - Lo Real Maravilloso es uno de los mayores aportes de Latinoamérica a la literatura universal. Son aquellos hechos que escapan a lo estrictamente racional y se instalan en nuestro quehacer cotidiano, haciendo natural lo que para otras culturas sería mágico, sobrenatural o sencillamente inverosimil.