Donde las palabras caen
por Jorge Garnica
Una serie de pinturas silenciosas que transportan a comarcas íntimas y a sutiles regiones de angustia y felicidad son presentadas en la reciente exhibición de la Alianza Francesa, en la sede de Av. Córdoba 946. Verónica Navajas (Misiones, 1971) realiza su tercer muestra individual; dos veces becaria de la Fundación Antorchas, exhibe sus pinturas basadas en el recurso técnico de las veladuras, revelando aspectos de su mirada femenina así como otros -difusos- de sensorialidad regional.
Al pintar acaricia el soporte y orgánicas formas cerradas van dejando entrever un mundo sensual para dar curso a una imaginería plena de religiosidad biológica; primal. La subjetividad de la artista desplegada en signos inéditos y singulares. Como en un sueño la mirada es convocada a recorrer los intersticios de un corpus que nos es extraño (a los varones) y cada tela es una invitación a transitar un universo de misterio que cautiva por exótico, así las tramas de colores planos, ligeramente modulados, tejen una red placentera para ser contemplada o habitada: goce perceptivo. Generalmente los artistas en su producción nos cuentan, muchas veces sin conciencia de ello, de lo incómodo que resultan los relatos que sobre su cuerpo operan y es en la obra -pintura, escultura, poema, canción etc.- que documentan sobre nuevas posibilidades; variantes y subversiones necesarias de la realidad para que aquello que comprime el alma ceda. Así otras esferas de sentido surgirán para dar sosiego al espíritu (resignificación).
Verónica Navajas "habla" en sus pinturas de un “Eco recurrente” (nombre de la muestra, además), que parece manifestarse ancestral, secreto y nos cuenta de aquello que percibe desde el único valor posible en sus cuadros: lo visual.
Un texto de Tulio de Sagastizábal presenta a la artista; la muestra puede ser visitada durante todo el mes de octubre en la Galería de la Alianza Francesa, Av. Córdoba 946 1º piso, Buenos Aires.